Trabajo: un derecho, no un privilegio

. lunes, 31 de enero de 2011
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Corren malos tiempos, pero no por la crisis económica de un sistema con el que no estoy de acuerdo y en el que estoy integrado, sino por la pobreza democrática que subyace.
Se está instalando la impresión de que tener un trabajo es un privilegio, y nada hay más alejado de la realidad jurídica en la que vivimos: nuestra Constitución nos reconoce en su artículo 35 el derecho al trabajo y el deber de trabajar, y parece ser que nos importa un pimiento. Reconozco haber dicho alguna vez que me siento un privilegiado, pero no por tener un trabajo sino por el hecho de trabajar en algo con lo que disfruto y que me satisface.
Mientras las calles de Egipto y de Túnez se llenan de gente que reclama su derecho a la ciudadanía harta de corrupción y desigualdades (y recuerdo que ciudadano es aquel habitante de los Estados modernos, sujeto de derechos políticos que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país) , las nuestras se han vaciado de ciudadanos y se han llenado de consumidores.
A estas horas se están desmantelando nuestros servicios públicos y una gran parte de nuestros derechos debido a una extraña conciencia de lo privado que a pesar de darnos por saco, parece que nos gusta. Un dogma más de la nueva fe que nos desestructura como colectivo, como sociedad.
Siento envidia, lo siento, soy español.

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