Cuestión de cultura: que viiivaa Españaaa

En este verano aciago, reaparece mi sobrino M. para echarme un cable con sus agudas observaciones.

Hace pocos días vi en la televisión un programa en el que se cuenta cómo es la vida de los españoles que, por diferentes razones, llevan un tiempo viviendo en otros países del mundo. En esta ocasión se presentaba a españoles que viven en Japón, un país que me consta que le gusta mucho al jefe de este patio. En un momento del reportaje, nuestro compatriota y el periodista que le acompañaba se dirigieron hacia una tienda de frutas y verduras de un barrio de Kioto; sorprendidísimo me quedé cuando el protagonista se sirvió de cuanto deseaba mediante la habitual modalidad de autoservicio, y una vez tenía lo que necesitaba comentó que para pagar lo único que había que hacer es introducir el importe de todo lo que se haya cogido en una cajita metálica dispuesta para tal efecto. Efectivamente así lo hizo él, y así lo hace cualquiera que compre en esa tienda en la que no hay dependiente y por si a alguien le surge la duda, tampoco hay vigilante de seguridad. Resulta que en este país se fían hasta tal punto de la gente, se dan por honestos los unos a los otros, cosa tristemente llamativa y muy admirable para un español como yo. Como dice ese famoso proverbio español, en todos los sitios cuecen habas, por tanto, supongo que en Japón algún que otro jeta de ojos rasgados se paseará con su bolsita de judías verdes conseguida completamente gratis, y con esa cara que tanto conocemos en España, la de “Yo soy mas listo que nadie”, pero insisto en lo extraño que le resultó el detalle a mi mente occidental. Pensé al instante: “Eso en España sería imposible”. No me equivocaba, hoy me vino a la memoria que hace poco tiempo abrieron un negocio así en Valencia y a pesar de que la tienda era frecuentada por gente de mucho dinero y poder, parece ser que hubo muchos que se marcharon sin pagar; creo que era una tienda de trajes. 

M. G. C.