Alegría

. martes, 22 de abril de 2008

Mientras Luisín, que así se llama mi hijo, sigue su camino (me ha llamado para decirme que hoy ha aprobado las oposiciones y que está muy agradecido por vuestros comentarios), yo me dispongo a celebrar la víspera del día del libro.
Pensando en cuál era el libro más importante de mi vida, y después de darle muchas vueltas, no llegué a ninguna conclusión. Pero me vino a la cabeza uno muy gracioso que tuve años ha: "Cancionero Moderno de Obras Alegres". El caso es que se lo dejé a uno de Madrid, que conocí por medio de Rafa y que era tataranieto (o algo así) de Ventura de la Vega. No lo he vuelto a ver. Después lo compré, ya viviendo aquí. En el cumpleaños de una amiga, a la que tampoco veo desde hace mucho tiempo, se lo regalé. Así que aquí me veo, compuesto y sin libro. Bueno, miento, porque estos pensamientos ya los tuve hace unos días. Así que me fui a la biblioteca y lo encontré.
Mañana es el día del libro y mis alumnos de 2º de bachillerato van a hacer un recital de Ángel González (in memoriam). Y el profe va a rematar leyendo un poema alegre, hoy en día sería pornográfico.
Así que aquí va una obrita de Ventura de la Vega, no sin antes advertir: contiene SEXO explícito y palabras malsonantes para los oídos modernos (¿cómo advertir mañana a los alumnos?, porque no todos tienen 18; "los que sean menores de edad que se tapen los oídos". En fin... Para allá va otro brindis:

El brindis
Brindemos, prenda mía;
pero no a la memoria
de la triunfal entrada
de los galos en Roma.

Brindemos por nosotros,
antes de ir a la alcoba
a echar un par de polvos,
a nuestra propia gloria.

Yo brindo a la elegancia
de tus divinas formas,
a tu poblado coño,
a tus tetas redondas.

Brinda tú mi virote,
del que cuelgan dos bolas
henchidas de placeres
que a tu contacto brotan.

Vamos, monona, vamos;
apuremos la copa:
brindemos, y a la cama:
jodamos y arda Troya.

Mis piernas a tus piernas
se enlazan y se enroscan;
la fresa de tus pechos
humedece mi boca.

Vamos, monona, vamos;
apuremos la copa;
y mientras cruja el catre,
campo de nuestras glorias,

dejemos que otros necios
brinden a la memoria
de la triunfal entrada
de los galos en Roma.

Vamos, monona, vamos;
apuremos la copa:
brindemos, y a la cama:
jodamos y arda Troya.


¡Salud!





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