Divagación

. jueves, 22 de mayo de 2008

Mientras la ceniza del último cigarrillo me dice que ya es tarde, me dispongo a decidir una cena posible para esta noche que acaba de comenzar. Jueves, principio y final de algo, no sé muy bien de qué. Día que termina sin haber vivido más que un par de horas, la comida, la siempre necesaria comida acompañada de buena conversación. Antes, casi nada. Después, casi nada.

Una visita a la tienda de Youssef en la que he podido comprobar que no soy el único ateo cristiano que disfruta de sus productos y de su educación. He aprendido a hacer cus-cus. Cualquier día de estos me pongo el delantal y le dedico unas horitas a la buena mesa.

Unos minutos en la terraza desde la que se ve el mundo quieto, alguna golondrina recordándome que estamos en primavera.

Gloria Fuertes decía que escribía a diario, y ahora yo hago lo mismo. Nunca se sabe cuándo pronunciarás las últimas palabras, así que no hay tiempo que perder. Pero me gusta perder el tiempo, sentarme a no hacer nada, o casi nada. Escuchar una canción, pensar o no pensar.

Divagar, según la 3ª acepción recogida por el diccionario. No tener un propósito fijo. Eso es lo que me sucede entre las 9 y las 10, entre el jueves y el viernes, entre nada porque es muy probable que el tiempo no sea nada.

Y sólo me viene a la cabeza una canción de Aute (otra):

Waltzing maldita

Y aquí andamos,
animales amortales,
todos montados y dando vueltas
sobre un globo enorme y azul
suspendido en el espacio, girando
y girando sobre sí mismo al mismo tiempo
que gira alrededor de otro globo
mucho más enorme y de fuego
que también gira y gira suspendido
en el espacio que se expande
y gira y gira y gira…

Y vamos dando vueltas
y vueltas y vueltas y vueltas
sin ir nunca a ninguna parte,
volviendo siempre al mismo punto
de partida…


hasta que un día dejamos de bailar.

Y nos introducen en un agujero
del globo enorme y azul
sin saber nunca jamás por qué
tanto maldito vals…

Por qué será
que cada vez que escucho la palabra
razón, racional o razonable,
últimamente empiezo a sentir serios síntomas
de un razonable deseo de perder
la razón.

Bailemos, pues, waltzing maldita, al derecho
y al revés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. En realidad es un comentario al post de ayer, que lo acabo de leer. No sabía lo de tu colegio. Me ha hecho gracia lo de "limpieza y orden", consigna nazi donde las haya. Cómo serían las otras.
Como sabes, yo también fui a un colegio concertado, de monjas, y recuerdo a Sor Pilar haciendo loas a Tejero e insultándonos sin parar. ¡Menudo curso pasé con ella, de dolor de tripas e insomnio! También soltaba alguna que otra hostia. Una le tocó a una prima mía que se desmayó en el acto y se abrió la cabeza al caer al suelo. Por fortuna no se mató.
El otro día me llamó una compañera de entonces. Que van a hacer una cena precedida de una visita al colegio. Al cabo de 23 años. Por un lado me da morbo y por otro se me vienen todos los terrores infantiles y la indignación. No sé que haré, me lo estoy pensando...
Y divaga menos y ponte a estudiar, coño.
Valeriana G.

Eloy Garavís dijo...

Yo que tú no iba, ¿pa qué? Te vas a hacer mala sangre.
Oye, que también estudio. Lo de divagar lo dejo para última hora, que viene bien, coño.
Besos.

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