Sanidad pública

. viernes, 6 de junio de 2008

Hace ya varios años que mi hermano José Luis, médico de profesión, viene colaborando con la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública en Salamanca. Es evidente que nuestro sistema sanitario, como nuestra educación, están siendo dejados de lado (cuando no atacados directamente) por parte de las diferentes administraciones. Poco a poco nos estamos encontrando con situaciones que nos hacen pensar en que esto va a peor, quizás debido a unos modelos de estado que no están realmente comprometidos con esos pilares sociales que son la educación y la sanidad. Dentro de su labor, José Luis Garavís tiene encomendada la publicación periódica de artículos que tratan el tema de forma extensa, indagando en los problemas particulares que se observan en el trabajo diario y que son de interés general. Estos escritos son publicados normalmente en el diario local “El Adelanto”, y ahora vienen aquí a modo de colaboración. Este es un patio abierto a todos, así que muchas gracias, José.

Espero reincidir en el tema cada semana o quince días.


Voz de alarma


¿
Está en crisis la Atención Primaria de nuestro país? Si creemos a los presidentes de las tres sociedades científicas (nada menos que tres sociedades científicas de primaria hay en España), a la Presidenta de la Comisión Nacional de la Especialidad de Medicina de Familia y a los líderes de los sindicatos representativos del sector, ¿a quién, sino, debemos creer?, el primer nivel asistencial está atravesando una grave crisis.
La voz de alarma ha sonado ya en demasiadas ocasiones, la última, hace apenas tres semanas, cuando, al finalizar el plazo de adjudicación de plazas MIR, por tercer año consecutivo no se han cubierto las plazas de Medicina de Familia: de las 301 plazas vacantes este año, 253 corresponden a Familia. Los médicos recién licenciados no sienten ningún interés por la Medicina de Familia, la consideran la maría de todas las especialidades y tras realizar el examen MIR, si pueden, eligen otra. Las plazas para Medicina de Familia son las últimas en adjudicarse y no son pocos los que prefieren repetir la prueba al año siguiente antes que optar por un futuro profesional en un centro de salud. Al médico joven no le atrae nada tener una consulta diaria de 40 ó 50 pacientes, dedicar la mitad de su tiempo a hacer recetas, partes de baja, informes absurdos, volantes de derivación a otros especialistas; no le atrae no tener tiempo ni medios para investigar; ni una especialidad que considera, no sin razón, carente de prestigio académico, no le atraen el entorno laboral duro y poco i
ncentivado en que se desenvuelve la Primaria.

Con este panorama, en un escenario de déficit de médicos, y ante la perspectiva de una jubilación masiva dentro de 15 años, hay que reconocer que la situación es más que alarmante. Se necesitan médicos de familia pero no los habrá si no hay una apuesta política importante que incremente la financiación, mejore las condiciones laborales, propicie nuevos modelos organizativos y aumente el prestigio académico de la especialidad.

José Luis Garavís
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública

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