Arroz con bogavante

. viernes, 18 de julio de 2008

Empezar las vacaciones es grato, no cabe duda, y disfrutarlas lo es más. Después de un sobreesfuerzo, como ha sido el final de curso mezclado con las oposiciones, vuelve la calma, las horas duran sesenta minutos y los amigos están ahí, de donde nunca se fueron.

Uno es un privilegiado: desde hace dos años puedo dar clases durante 10 meses al año y dedicar el resto para valorar con calma lo que me rodea. Sin prisas. Antes no era así, antes trabajaba con precipitación en muy diferentes lugares. Muchos de mis antiguos compañeros siguen en sus antiguos puestos, aquellos que compartimos con alegría (porque no quedaba otra) y que pasaron demasiado rápido; sus vacaciones son veloces, como el trabajo. En definitiva, aprovechar el privilegio es parte sustancial de mis nuevas ocupaciones laborales.

Durante este mes de julio, mientras preparaba la programación presentada a las oposiciones, me he dado cuenta de que este mes puede servir también para avanzar el trabajo del curso que viene, pero eso es harina del costal de los que ya saben lo que harán. Los interinos y los funcionarios en expectativa de destino debemos tomarnos las cosas con más calma, como cuando éramos niños.

La calma viene dada, por ejemplo, cocinando y compartiendo un arroz con bogavante (a partir de ahora plato estrella de mi casa), saliendo a pasear, leyendo los libros que han pasado por delante de tus narices sin pararse, viendo a Bruce Springsteen, o lo que es mejor, a Paolo Conte, disfrutando de la compañía de tu gente y durmiendo más y mejor.

Ahora es el momento de la despreocupación.

Reconozco el privilegio.

1 comentarios:

odradek dijo...

hola, tonko, de m'exico hemos pasado a guatemala, junto al lago atitl'an.

ya te lo detallo a la vuelta.

salud!

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