El horrible día del fin del mundo

. lunes, 22 de septiembre de 2008

En la primera parte de aquella película de Wim Wenders el fin del mundo se anunciaba como una carretera totalmente atascada de coches.
Estamos obsesionados con la posibilidad de morirnos todos a la vez y no es de ahora. El Harmaguedón actual parece haberse deslocalizado y se sitúa en las diferentes bolsas de los todopoderosos países ricos. Crisis, así se llama el séptimo ángel del apocalipsis.
Leo algunos artículos sobre nuestra particular caída de Babilonia y todo parece devolvernos a un estado en que el control de los mercados sea la nueva Jerusalén del cielo. Quizás Europa deba reinventarse y hacer política de verdad, quizás eso mismo es lo que están haciendo los EEUU con sus intervenciones-nacionalizaciones de las bancas en quiebra, quizás no tengamos ni idea de lo que hay que hacer.
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, daba ayer algunas opiniones al respecto en una entrevista publicada por El País:

El programa de la globalización ha estado estrechamente ligado a los fundamentalistas del mercado: la ideología de los mercados libres y de la liberalización financiera. En esta crisis, observamos que las instituciones más basadas en el mercado de la economía más basada en el mercado se vienen abajo y corren a pedir la ayuda del Estado. Todo el mundo dirá ahora que éste es el final del fundamentalismo del mercado. En este sentido, la crisis de Wall Street es para el fundamentalismo del mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo: le dice al mundo que este modo de organización económica resulta insostenible. Al final, dicen todos, ese modelo no funciona. Este momento es señal de que las declaraciones de liberalización del mercado financiero eran falsas.

Así la situación, y sin entender a fondo las no-reglas del neoliberalismo económico, todo se nos antoja horrible: el mercado tendrá que ser regulado y la sociedad de consumo que ahora conocemos tendrá que cambiar a la fuerza; ya no podremos dedicar nuestros sueldos a gastar y a endeudarnos; Zapatero tendrá que corregir y decirle a los suyos que no consuman y que se dediquen a pensar en nuevos modelos económicos; los consumidores deberemos convertirnos en ciudadanos, con el lío que eso conlleva; …
Todo esto nos dirige a una frase clarividente que nos muestra nuestra amiga Ana (pincha aquí) y que pasamos a reproducir:
“Morir es fácil, lo difícil es encontrar aparcamiento”.
¿Saldremos del atasco? ¿Encontraremos aparcamiento?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué paradojas las del sistema, ¿verdad? tiene toda la razón ese señor. ¿Te imaginas? Hemos vivido el fin del comunismo -más o menos-, la caída de las torres gemelas y, como encima veamos el fin del capitalismo vamos a ser la generación más molona. No sé si nos acostumbraremos a los supermercados vacíos.

Pero estoy segura de que el fin del mundo no va a ser motorizado.

Valeriana G.

Anónimo dijo...

Mira, las reglas del neoliberalismo económico son....., bueno mejor en resumen:
1º El mercado No se toca.
2º El propio mercado arregla todos sus problemas sean de la naturaleza que sean y vengan de donde vengan.
Bien, el caso es que viene uno de los más ilustres liberales de nuestro tiempo, George 'Daboliu' Bush y se "gasta" un billón ciento quince mil millones de euros (en nº, que acojona más: 1.115.000.000.000 €) de los americanos en arreglar su intocable mercado. Sí señor, "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros".
¿Que qué te puedes comprar con semejante carderilla? Pues....España! (Sí, sí, el PIB de España no llega a eso, ya le gustaría a José Pis) y te sobra para dejar el chalé 'alicatao' hasta'l techo.
En fin, cosas del liberalismo.

(Siendo un poco rigurosos, pero sin pasarse, ese billón y pico es la suma de lo que lleva gastado el gobierno americano en el año y poco que llevamos de crisis (la novena ya, desde que el mercado es mercado) más lo del super plan de rescate recientemente anunciado)

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