Me levanto y pongo la radio. Desayuno escuchando a un grupo de periodistas que parecen muy informados. Les llega el turno a las elecciones estadounidenses y todos opinan como si fuera su propio país. Pienso en lo listos que son hasta que interviene el corresponsal de la emisora y me demuestra que el único informado es él, pero los demás siguen a los suyo. Apago el aparato y me acuerdo del chiste de Gila.
1 comentarios:
Algo huele a podrido...
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