Monipodio

. sábado, 25 de octubre de 2008

Dejé de seguir a Arturo Pérez Reverte cuando se terminó aquel programa de radio que nos mostraba las calles y sus miserias. “La ley de la calle” se emitía en Radio 1 y cazaba historias pequeñas e intensas en las noches de principios de los noventa. Entre sus oyentes, los más fieles eran los presos, pero también nos incluíamos bastantes jovenzuelos cuasi imberbes en busca de realidades desconocidas e intuidas. Recuerdo a la intrépida reportera Mar Racamonde y sus chocantes reportajes.
No me he interesado por la literatura de nuestro exitoso autor, pero he de reconocer que sus libros han descubierto algunos episodios de la historia de España a muchos chavales en edad de instituto. Mi desinterés se ha debido a la entrega a otros autores, nada más. Hace unos años intenté leer “El capitán Alatriste” y me pareció una novela divertida, con las apariciones de Don Francisco de Quevedo –personaje- como momentos estelares, pero la abandoné en aras de Cervantes y su caballero Don Quijote; con esta sí que me reí.
Hoy he leído un artículo suyo en XLSemanal, una revista dominical que se entrega con el ABC, periódico de derechas pero serio en el que de vez en cuando me sumerjo (nótese que utilizo la conjunción adversativa con el fin de señalar la contradicción entre prensa de derechas y seriedad, cuestión que podría aplicarse también a los periódicos de izquierdas). Me interesa lo que dice, habla sobre una foto de la liberación de París con un español en primer plano, pero me fijo en un párrafo en el que dice lo siguiente:

Cuando el telediario, el titular de periódico, la mirada que diriges alrededor o el espejo mismo te recuerdan con demasiada precisión en qué infame sitio vives, de qué peña formas parte y qué pocas esperanzas hay de que este patio de Monipodio llegue a ser algún día un lugar solidario, culto, limpio y libre, esa foto y algunas otras cosas por el estilo, que uno guarda en esa imaginaria lata de galletas parecida a la que usaba de niño para guardar tesoros –canicas, cromos, un tirachinas, una navaja de hoja rota, un soldadito de metal–, ayudan a soportar las ganas de echar la pota.

Es evidente que me llama la atención la cervantina cita monipodiesca (permítaseme el adjetivo) para hablar de España y de los españoles.
Monipodio era un criminal, no cabe duda. Era “il capo”, que dirían los corleonesi, de la Sevilla de la época. Así nos pinta Cervantes a su personaje, patrón de la cofradía del hampa al que todos deben respeto, temor y los correspondientes estipendios.
Pues sí, comparto esta consideración de Pérez-Reverte. Me parece más justa que la tan manida “casa de putas”.
Hoy he escuchado un muy duro comentario de Paco Álvarez, en Radio 1, sobre la aparición de los monipodios banqueros en el Informe Semanal del pasado sábado. Escúchenlo aquí, pinchando en la tercera hora. El siempre sabio y didáctico señor Álvarez, apoyado por la magnífica Pepa Fernández (quizás la mejor de nuestras presentadoras y periodistas radiofónicas), explica las medidas tomadas por el gobierno para garantizar los fondos de los bancos, cuestiona las declaraciones de sus todopoderosos capos (estos sí que sí) y critica la costumbre que tenemos de considerarnos diferentes poniendo el ejemplo del “Spain is different”.
No me cabe ni me cabía duda: España es el verdadero patio de Monipodio y no este pequeñín espacio de Internet donde nos conformamos con esperar al próximo fin de semana en el que cobraremos y aceptaremos ser llevados al huerto de la noche para, por fin, poder volver a pronunciar la celebérrima frase: “camarero, otro gin tonic, por favor”.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

es que eres un visionario.
Saludos.
Ana.

Anónimo dijo...
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Eloy Garavís dijo...

Querida Ana,
más bien soy un poco alcohólico.
Don Filomeno, me alegro de haber acertado.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Eloy Garavís dijo...

Por lo que recuerdo de ella, el sentido del humor sí que era una de sus características. Sus reportajes eran duros pero no exentos de gracia. Gracias por la información y por sus investigaciones. Salud.

Anónimo dijo...
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