La muerte y la memoria

. sábado, 11 de abril de 2009

Naces, creces, revoloteas, te reproduces y mueres; puedes saltarte algunos pasos excepto dos.
"Sí, ya me acuerdo", así comienzan las memorias filmadas y escritas de Marcello Mastroianni en las que demostraba, entre otras cosas, saber de qué iba la película y tener buena memoria.
Recordar es vivir, y me refiero a la posibilidad de tener un presente. Hay males que matan, y los que matan la memoria son de los peores: perder tus espacios, a tu gente... Nunca sabremos qué pasa por esas cabezas que lo han perdido casi todo, pero sí conoceremos el significado exacto de un beso, de una caricia, de un brindis in extremis.
No sé en qué película a Bogart le interrogaban sobre qué había hecho la noche anterior, a lo que su personaje respondía: "No me gusta hablar de mi pasado". Queda claro que Humphrey tenía memoria, y espero no perder yo la que tengo del cine negro, de esos personajes que vivían el presente porque eran supervivientes. Y de eso se trata la vida, esta película más cercana al neorrealismo que a "Cayo Largo": sobrevivir en el día a día recordando instantáneas grabadas a fuego, con la lumbre de ese pueblo que fue lo último que olvidó, donde ahora descansa para siempre.
Ahora toca seguir, saber que ya te queda menos, recargar la canana de recuerdos, de fotos, de olores... Llorar ausencias para lograr presentes.
Que la vida mata ya me lo dijeron Los Enemigos y mis mayores; ahora tengo la certeza.
Quizás ya sólo quede invocar la palabra precisa, ajustarse al guión de la memoria y no pedirle peras al olmo, y así recordar a los poetas, a Eugénio de Andrade : "Hay una memoria de las cosas, una polvareda muy fina que baila en la luz, y la poesía es la persecución de esa memoria.", o a Juan Carlos Mestre: "El tiempo estaba en nosotros como la muerte en el pensamiento de los ancianos, pájaros azules sobre las zarzas de la sabiduría". Volver a los lugares de la niñez para encontrar a aquel chaval que sólo existe en los recuerdos, y enterrar a quien ya será por siempre parte esencial de tu memoria.

A Victoriano Garavís García, mi padre, in memóriam.

3 comentarios:

juan carlos dijo...

Victoriano también fue mi padre. Siempre estuvo orgulloso de sus hijos, se le llenaba la boca hablando de ellos a los demás.
Ahora soy yo quien estoy orgulloso de mi padre. Llevó su enfermedad en silencio, agudizo su ingenio para relacionarse con los demás. Su simpatía, cordialidad (saludos cordiales), caballerosidad (beso en la mano), en pleno siglo XXI, no faltaron en sus últimos años de enfermedad.Nunca pidió ayuda, a él nunca le pasaba nada. Nos expresó su afecto y amor hasta dos horas antes de morir.
Ahora, padre, se me llenará la boca a mi cuando hable de ti. Sólo me queda decirte "TE QUIERO, PAPA". HASTA SIEMPRE.

toñi dijo...

lo siento mucho, espero que como mi padre, el tuyo siga siempre vivo en tu memoria.

Jotapé dijo...

Te quiero y te admiro, hermano. Gracias a la vida que hay gente como vos. Que sigas revoloteando de lo lindo, que así disfrutamos todos. Con inmenso respeto y cariño; vos sabés, la vida es esto, sólo por hoy, lo que quita te lo da. Un beso a la nipona leonesa y un abrazo al profe que vemos cada vez que te vemos. Espero verte pronto.

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