La generación callada o el genocidio español

. lunes, 2 de junio de 2008

Leí ayer unas palabras que León Felipe escribió en su exilio mejicano: “Detrás y delante de nosotros se abre un mundo. Hostil, pero se abre. Y en medio de este mundo, como en el centro de un círculo, el español solo, petrificado en el viento. Solo.”

El exilio supuso para muchos, los que pudieron, la vida que de otra forma se presentaba imposible. Resulta curioso que esas mismas palabras se puedan aplicar también a los que sobrevivieron dentro, sobre todo a los que pasaron, ¿disfrutaron?, su niñez y juventud en la España posbélica, esos primeros quince o veinte años del franquismo que se me antojan brutales desde la perspectiva de hoy en día. Llevo años enfrascado en la búsqueda de una comunicación intergeneracional que me haga comprender mejor lo que pasaba en aquel momento a la gente como yo. No es una investigación científica lo que me mueve sino cuestiones personales.

Toda una generación fue convertida en “silencio y tira pa’lante”, sin apenas posibilidades de desarrollarse como seres humanos modernos. Estamos hablando de mediados del S.XX, época funesta para toda Europa, pero que en España fue especialmente cruel prorrogándose 30 años más que en el resto del continente referencial: los países occidentales. Puede ser que la economía creciera en los años 60 pero a esta gente de la que hablo les pilló mal, era el momento de sus hijos. Es cierto que en la cultura nos encontramos con personajes muy interesantes, pero el español de a pie vivía en unas condiciones de supervivencia en las que las emociones y el crecimiento personal estaban muy limitados. Se puede alegar que actualmente tampoco estamos como para echar las campanas al vuelo, pero son situaciones incomparables.

A modo de ejemplo para los que hemos podido estudiar una carrera en la España de los últimos años, citaré unas palabras de un manual muy interesante: Las épocas de la literatura española; Felipe Pedraza Jiménez y Milagros Rodríguez Cáceres, Ed. Ariel 2006:

“El hueco dejado por la España peregrina (profesores, escritores, periodistas afectos a la causa republicana) fue cubierto por el falangismo militante y por el catolicismo más reaccionario. Las cátedras de filosofía fueron ocupadas por neoescolásticos (¡que se dice pronto!); la filología y la historia se pusieron al servicio de la vocación imperial del nuevo régimen; las ciencias positivas retrocedieron décadas y se subordinaron a las directrices de la Iglesia y sus acólitos”.

Se habla poco de los muertos, pero se habla; creo que ya va siendo hora de hablar con los que nos quedan vivos de esa primera generación del franquismo. Más que nada por aprender algo de nosotros mismos.

Soy consciente de que el título elegido puede parecer excesivo, pero no creo que la pérdida de toda una generación (o dos) para la vida civil sea moco de pavo.

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